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«Me puse a llorar» abogada que desaloja a familias revela lo más triste que vio al hacer su trabajo

México.-Actualmente contar con un patrimonio propio es una meta cada vez más difícil de alcanzar debido a diversos factores sociales y económicos. En la Ciudad de México la demanda de vivienda va al alza y hay miles de historias sobre desalojos, aunque ésta resulta ser la más desgarradora pues había niños involucrados y una pequeña con cáncer.

La cuenta de Tiktok @isco360_ compartió la entrevista a una abogada que relató la historia más triste en su carrera, donde tuvo que desalojar a una familia de escasos recursos y con una niña enferma de cáncer.

​El entrevistador le preguntó a la joven si no había vivido algún momento realmente lamentable que la llevara a declararlo como el más feo. ​»¿No te tocado que haya casos que digas: ‘Ay este sí me dolió’, que se siente feito?».

Ella rápidamente recordó aquel día en que hasta se le salieron las lágrimas por la difícil situación de la familia. «Hubo uno que jamás lo voy a olvidar y ese día sí se me salió mi lágrima. Fuimos a desalojar ahí a la Santa María, La Ribera. El grupo de los cargadores, actuario, policías, nosotros vamos a las 7:00 de la mañana, tocamos y abre una niña como de nueve años».

Destacó que sin un mayor de edad no era posible llevar a cabo el desalojo porque es ilegal hacer eso y además el interés de los menores siempre va por delante.

«Obviamente no podíamos entender la diligencia del desalojo con unos niños porque primero está el interés superior del niño, osea no se puede, nos vamos todos a la cárcel si hacemos eso. Dice mi papá: ‘que nadie pase’ y le dice el actuario a la niña ‘oye y tu mamá o tu papá’ y la niña bien espantada porque vio mucha gente, dice ‘no, mi mamá no está. Fue a dejar a mi hermano a la escuela y mi papá fue a trabajar'».
Este hecho retrasó la tarea pero aún con ello la pequeña les ofreció entrar a la casa, sin embargo, lo que descubrió la joven al interior de la vivienda terminó por ‘romperle el corazón’, ya que había más niños que estaban abrazados con miedo.

«Nosotros con las 200 personas atrás y los niños ahí, obviamente ahí se para el desalojo, no hay con quién entenderlo y en eso la niña dice: ‘pero pásenle’ y nos abre la puerta y atrás de ella era como un niño de 3 años, otro de nueve meses yo creo y otro de 14 años y los tres en bolita; nos quedamos shockeados».

Pese a la conmovedora imagen el nuevo propietario exigió la posesión del inmueble, por lo cual esperaron a que llegara alguien que los atendiera. «Le digo a mi papá: ‘no puedes desalojar’, pero el cliente y le dice a mi papá: ‘cómo se va a parar por esto abogado, yo necesito mi propiedad, yo ya pagué'».

La historia sigue aumentando los niveles de tristeza porque al iniciar el desalojo con la llegada de la madre, es la misma pequeña que les abrió la puerta quien se acerca a la abogada para preguntarle sobre su pecera, la cual ya se había roto.

«Pasaron como 10 minutos -los 10 minutos más largos de mi vida- llega la mamá y el actuario dice: ‘ahora sí ya hay un mayor de edad, desalojen’, yo nada más me quedé viendo, grabando y viendo. Entonces empieza a entrar la gente, empiezan a sacar las cosas, la mamá toda confundida con los cuatro hijos y se me acerca un niño y me dice: ‘oye y mi pez’ y le digo: ‘ay no sé, cuál pez’, dice: ‘es que tengo una pecera allá adentro’. Empiezo a preguntarle a los cargadores: ‘oigan hay una pecera’, ‘ah sí, se rompió’, y yo ‘no puede ser’. Le digo ‘ahorita la buscamos'».
Para colmo de todo la lluvia comenzó a caer y el deprimente ambiente hizo que la mamá de los menores rompiera en llanto mientras intentaba entender qué sucedía.

«Empieza a llover y las cosas ya estaban afuera, osea los muebles se empezaron a mojar. Realmente eran familia de bajos recursos. Ay no, cuando terminamos el desalojo cierra el cerrajero, le da posesión al dueño y empieza a llorar la señora, a decir que ella no sabía nada».
El cierre de la historia le congeló la sangre pues descubrió que la pequeña que abrió la puerta y que había perdido a su mascotita cuando los cargadores rompieron la pecera, también padecía cáncer por lo cual no logró contener las lágrimas.

«Me pide unos documentos, entonces me dice la señora ‘es que faltan papeles’, ‘no pues papeles de qué’, ‘es que aquí había unos papeles y ya no están… es que son los papeles porque mi hija la llevamos a quimioterapias’. ¡Ay no! En ese momento cuando dijo quimioterapias -era la niña que me pidió el pescado, su pecera- no, yo empecé a llorar. Entonces para mí fue lo más triste porque eran niños y yo dije ‘bueno ¿qué culpa tienen los niños?’.

Fuente Agencia

admin

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