México.-Doña Conchita, una valiente mujer de 74 años residente de la colonia Lázaro Cárdenas en Acapulco, Guerrero, se enfrenta a la cruda realidad después de perder su humilde hogar durante el paso del huracán Otis. La señora, que apenas logró escapar de su casa de lámina y cartón, comparte su desgarradora historia de pérdida y desesperación: “No tengo ni para un bolillo”.
El huracán Otis, que azotó con categoría 5 las playas de Acapulco el pasado 25 de octubre, dejó a muchas familias en una situación devastadora, y doña Conchita fue una de las afectadas. Su modesto jacal, que ella consideraba su “residencia”, fue arrasado por la fuerza del huracán, dejándola sin un refugio y en una situación económica precaria.
“Mi jacalito, al que yo consideraba mi residencia, se lo llevó el huracán y estoy muy mal económicamente, no tengo ni un centavo, ni para comprarme un bolillo, no tengo mis cosas… Todo se lo llevó el huracán”, relató la abuelita de 74 años.
“No tengo ni para in bolillo”, abuelita de 74 años solo tenía su casa de lámina y la perdió con Otis. Foto: Milenio
Aunque doña Conchita no vivía en lujos, su hogar le proporcionaba un techo y cierta comodidad. Ahora, se enfrenta a la pérdida de su cama, estufa, televisión y otros bienes. Sentada en una pequeña silla azul de madera, la abuela espera un milagro que le brinde la posibilidad de reconstruir su vida.
A pesar de su difícil situación, doña Conchita muestra una notable determinación y no se rinde. A sus 74 años y con la ayuda de un bastón debido a problemas renales, se mueve con lentitud pero con firmeza. Su deseo más profundo es tener un lugar donde dormir, incluso si es solo un petate. “Pues aunque sea en un petate me acostaré, pero mi techo, yo quiero que esté bien para que yo pueda vivir en él, así no, yo corro peligro así como estoy”, afirma.
La noche del huracán, doña Conchita tomó la difícil decisión de abandonar su hogar y refugiarse en el pequeño cuarto de su nuera.
“A las 11:30 de la noche, el huracán ya estaba muy pesado y le dije a mi nuera que nos bajáramos a ese pequeño cuartito que ella tiene. Si yo me hubiera quedado un poco más aquí adentro, hubiera muerto aplastada por el huracán”, recuerda.
La tragedia de doña Conchita se ve agravada por la imposibilidad de continuar con el trabajo que desempeñaba para mantenerse: planchar y lavar ajeno. Con la pérdida de su hogar, la carga económica se vuelve insostenible.
“Yo me he mantenido planchando y lavando ajeno, ese ha sido mi trabajo desde que mi esposo falleció. Ya no puedo más, ya no puedo, ni hay trabajo para mí ya”, lamenta.
Ante estas circunstancias, doña Conchita recurre a la generosidad de aquellos que puedan brindarle ayuda. A través de la cuenta de Banorte de su nuera (número 1244255397, CLABE 072261012442553970), busca apelar a la solidaridad de las personas para reconstruir su techo y recuperar algo de normalidad en su vida.
La abuela hace un llamado desesperado a las autoridades de los tres niveles de gobierno y espera que parte de la ayuda humanitaria destinada a otras áreas afectadas también llegue a ella. “Que por favor se tienten el corazón para personas que estamos viviendo (así), como también mi vecina que se le destruyó su casa”, concluye.
Con Información de Comunicado