México.-Desde hace dos días, Acapulco se encuentra sumido en el luto y la desolación tras la devastación que dejó el huracán “Otis” en las playas de Guerrero, especialmente cuando nos enteramos de que al menos cuatro niños forman parte de los 27 muertos registrados hasta el momento.
Uno de estos cuatro niños era el pequeño Isaías Leonel Nava Rojas, de apenas seis años de edad, quien se convirtió en el rostro de la tragedia al quedar atrapado entre el lodo y la tierra, completamente sepultado por un derrumbe en su propia casa, construida únicamente de madera, ubicada de la colonia CNC. Aunque su madre, Ángela Rojas Sacristán, intentó salvarlo desesperadamente, solo logró resguardar a su hijo menor, Abraham.
“Quedó atrapado entre lodo y tierra, ya no lo pude salvar”, lamenta su madre Ángela, entre lágrimas. La vivienda de madera quedó totalmente destruida, bajo el lodo.
El dolor se multiplica con la pérdida de otros tres niños, por el paso del huracán Otis: Rodolfo Said Reyes Cristino, de 5 años; José Guadalupe Guerrero, de 10 años, y Jesús Antonio Mujica Cristino, a punto de cumplir 2 años. Estos tres pequeños comparten casi la misma historia, pues al igual que Isaías perdieron la vida al quedar aplastados mientras dormían, víctimas de un derrumbe causado por las intensas lluvias y el reblandecimiento del terreno.
“Los niños quedaron enterrados y yo también; a mí me pudieron sacar, pero a ellos no porque estaban más allá de la cama”, relató la madre de los tres niños, Jesús Natividad Mujica Flores.
Las casas de madera y la falta de infraestructura de contención contribuyeron a la tragedia. Las condiciones en las que vivían estos cuatro niños eran inhumanas, pues ni siquiera contaban con un techo ni paredes de tabique y cemento. Pese a sus condiciones de pobreza, las autoridades no han contactado a los familiares para apoyarlos, al contrario, los padres tuvieron que improvisar velorios en casas de los vecinos. Te puede interesar: “Parece película de ficción”: el aterrador video desde un dron que muestra a Acapulco Diamante devastado Josué Isaías Nava Rodríguez, padre de Isaías Leonel, se recrimina no haber estado presente para salvar a su hijo. “Perdóname, papá, te fallé”, expresó en un llanto desgarrador mientras abrazaba el ataúd de su pequeño. Por si fuera poco, las familias enfrentan dificultades al realizar los trámites funerarios, ya que algunos no cuentan con ningún registro oficial de la defunción. La tragedia se ha convertido en un golpe doble, afectando no solo la vida de estos pequeños, sino también dejando a las familias en la incertidumbre y la desesperación, pues no saben si retomar su vida o mantenerse en calma por respeto a sus fallecidos. Acapulco hoy entierra a sus muertos, enfrentando la adversidad sin apoyo significativo de las autoridades. La solidaridad y el apoyo comunitario son las únicas alternativas en medio de la tragedia que ha dejado el huracán “Otis”.
Quinto Poder