México.-Juan Diego fue un indio humilde, quien se entregó al servicio de Dios después de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. El 31 de julio de 2002 fue canonizado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México.
De acuerdo con iglesia católica, Juan Diego, a quien el Papa Juan Pablo II llamó “el confidente de la dulce Señora del Tepeyac”, nació en 1474 en Cuauhtitlán, entonces reino de Texcoco, perteneciente a la etnia de los chichimecas, pero ¿cuáles fueron los milagros que realizó para convertirse en santo?
El 20 de noviembre de 1990, en la Curia del Arzobispado de México se abrió el proceso canónico para recoger las pruebas sobre el milagro realizado por el Beato Juan Diego, las cuales concluyeron el 31 de marzo de 1994.
El caso por el que el indígena mexicano fue llevado a los altares está relacionado con la sobrevivencia de un joven de 20 años de nombre Juan José Barragán Silva, quien cayó de una altura de 10 metros con fractura múltiple del hueso craneal, y fuertes hematomas. Según la valoración de los médicos, la mortalidad superaba el 80 por ciento.
De acuerdo con los testimonios, la madre del paciente, Esperanza Silva se encomendó del beato Juan Diego, a quien le rezó para que salvara a su hijo.
“Estando en el hospital, el Espíritu Santo me iluminó y me acordé del beato. Entonces le dije ahora que estás fresquecito, que estás cerca del Señor, hazme este favor e intercede por mi hijo”, dijo la señora.
Cuatro días después, Juan José salió del hospital, andando por su propio pie y sin apenas rastro de las graves heridas sufridas en el accidente. El milagro fue comprobado por la Santa Sede y llevado al decreto de validez en 1994, cuatro años más tarde, los médicos especialistas lo aprobaron por unanimidad, ya que la fractura había sanado y no existía ninguna complicación, a pesar de la alta probabilidad de muerte. Una inexplicable curación según el conocimiento de la ciencia médica.
San Juan Diego murió en 1548 y fue canonizado en 2002. El Papa Juan Pablo II viajó Ciudad México para presidir la ceremonia litúrgica. Él oró: “¡Beato Juan Diego, indígena bueno y cristiano, a quien la gente sencilla siempre ha considerado santo! Te pedimos que acompañes a la iglesia en su peregrinar en México, para que pueda ser más evangelizadora y más misionera cada día “.