Caracas, Venezuela.– El gobierno de Nicolás Maduro inició el cierre progresivo de pozos petroleros ante la imposibilidad de exportar crudo, como consecuencia del bloqueo marítimo impuesto por Marina de Estados Unidos, una medida que amenaza con paralizar la principal fuente de ingresos del país.
De acuerdo con reportes del sector energético, las primeras instalaciones desactivadas pertenecen a la división Junín, dedicada a la producción de crudo extrapesado, con planes de extender la suspensión de operaciones a otras áreas estratégicas como Ayacucho y Carabobo, ubicadas en la Faja Petrolífera del Orinoco.
Especialistas señalan que el cierre de pozos representa un recurso extremo, debido a los altos costos técnicos y a las dificultades que implica su eventual reactivación. La falta de exportaciones ha provocado que la capacidad de almacenamiento se encuentre saturada, lo que hace inviable continuar con la producción petrolera.
El impacto de esta decisión trasciende las fronteras venezolanas. China, principal comprador del crudo venezolano, enfrenta riesgos en su suministro, ya que una parte significativa de las exportaciones del país sudamericano tenía como destino el mercado asiático. Analistas advierten que algunas refinerías podrían agotar sus reservas en cuestión de semanas si la situación se prolonga.
Además, el Caribe se perfila como un nuevo punto de tensión geopolítica, ante la posibilidad de una mayor interdicción del comercio marítimo venezolano. Observadores internacionales advierten que, de mantenerse el bloqueo, el aislamiento económico de Venezuela se profundizará y podría sentar un precedente sobre el uso de presión militar sin un conflicto armado directo.
Mientras tanto, Venezuela enfrenta un escenario inédito: un país con vastas reservas de hidrocarburos obligado a detener su producción petrolera, en medio de una creciente tensión internacional y con efectos que ya se sienten en los mercados energéticos globales.



