La industria del entretenimiento global enfrenta una de las disputas corporativas más intensas de los últimos tiempos. El anuncio del acuerdo entre Netflix y Warner Bros. Discovery (WBD) por 72.000 millones de dólares parecía definitivo hasta que Paramount Skydance irrumpió con una propuesta inesperada: 108.400 millones de dólares en efectivo, una prima del 8% sobre el valor ofrecido por su competidor.
Mientras Netflix planeaba integrar activos icónicos como HBO, HBO Max, Warner Bros. Studios y su vasta biblioteca de contenidos (Harry Potter, Game of Thrones, The Big Bang Theory, etc.), Paramount busca ir más allá, absorbiendo también las cadenas de televisión por cable como CNN, TNT, TBS, Discovery Channel y Cartoon Network, que Netflix había excluido de su trato.
La respuesta de Wall Street ha sido mixta: mientras las acciones de WBD subieron un 6% ante el interés de los compradores, las de Netflix cayeron casi un 3% por preocupaciones sobre el endeudamiento.

David Ellison ha sido tajante: acusa a WBD de favorecer a Netflix y promete una integración más sólida bajo el paraguas de Paramount Pictures, Nickelodeon, MTV y nuevas alianzas como la UFC y Activision. También asegura que su oferta tiene mejor perfil ante los reguladores antimonopolio, al representar una menor participación en el mercado global de streaming frente al dominio de Netflix (7% contra 20%).
Además, la oferta de Paramount cuenta con financiamiento respaldado por fondos soberanos de Medio Oriente y una estructura que ha evolucionado desde los 19 hasta los 30 dólares por acción desde septiembre.
El escenario ahora queda en manos del consejo de WBD, sus accionistas y los entes reguladores. Mientras tanto, la batalla por el alma de Hollywood ha comenzado, y promete cambiar las reglas del juego para siempre.




