La cantante Billie Eilish criticó abiertamente a Elon Musk por su acumulación de riqueza y su aparente falta de compromiso con causas humanitarias. El empresario respondió con sarcasmo, avivando una discusión global que ya se había vuelto viral.
El conflicto encendió las redes sociales. Fans de Eilish aplaudieron su franqueza y recordaron que ya ha donado más de 11,5 millones de dólares de su última gira a causas como la inseguridad alimentaria y el cambio climático. Musk, por su parte, fue defendido por quienes aseguran que su riqueza está “invertida” en empresas con fines tecnológicos y sociales.
El debate no es nuevo, pero el choque entre dos figuras tan influyentes lo ha reactivado con fuerza. Mientras Musk sigue avanzando con Tesla, SpaceX, Neuralink y el polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), sus detractores le exigen una filantropía más activa y proporcional a su riqueza.
En medio de la viralidad, la pregunta resurge con fuerza: ¿tienen los ultrarricos una responsabilidad ética con el resto del mundo, más allá de sus inversiones?




