Estados Unidos.- Dick Cheney es recordado por su papel central en la política estadounidense durante la década de los 2000, especialmente por ser uno de los principales promotores de la invasión a Irak en 2003. Como vicepresidente, argumentó que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva, argumento que fue clave para justificar el conflicto armado, aunque nunca se hallaron pruebas concluyentes.
También fue defensor del uso de las llamadas “técnicas de interrogatorio mejoradas” —como el ahogamiento simulado o la privación del sueño— contra sospechosos de terrorismo, lo que generó críticas tanto del Congreso estadounidense como de organismos internacionales, que las calificaron como formas de tortura.
Sus posturas provocaron tensiones con otros miembros del gabinete de Bush, incluyendo los secretarios de Estado Colin Powell y Condoleezza Rice, quienes mantenían posturas más moderadas frente al uso de la fuerza y las políticas de seguridad nacional.
Amplia trayectoria política y vida personal
Antes de su vicepresidencia, Cheney fue congresista por Wyoming y secretario de Defensa durante el gobierno de George H. W. Bush, desempeñando un papel clave en la guerra del Golfo. Durante su tiempo con George W. Bush, fortaleció el poder del Ejecutivo al considerar que la autoridad presidencial se había debilitado tras el escándalo Watergate.
En su oficina vicepresidencial, formó una red de asesores de seguridad que incrementó significativamente su influencia sobre las decisiones de política exterior y defensa nacional.
Cheney enfrentó serios problemas de salud durante gran parte de su vida, incluyendo varios infartos desde los 37 años. En 2012 recibió un trasplante de corazón.
Su hija, Liz Cheney, también tuvo una carrera política destacada, aunque polémica. Fue expulsada del Congreso tras oponerse a Donald Trump y votar a favor de su destitución en 2021. Al igual que su hija, en sus últimos años Dick Cheney se distanció del expresidente Trump, a quien llegó a considerar “una amenaza para la república”.
Cheney expresó incluso su apoyo a la candidata demócrata Kamala Harris para las elecciones presidenciales de 2024, una decisión que marcó su ruptura definitiva con la dirección que tomó su partido en años recientes.
Su legado permanece como uno de los más influyentes —y controvertidos— en la historia moderna de la política estadounidense.



