Laurence Watkins no solo rompió un récord, sino que marcó un antes y un después en la historia de los nombres. Con 2,253 palabras legalmente reconocidas como parte de su nombre oficial, este neozelandés —que actualmente vive en Australia— se convirtió en fenómeno viral a nivel mundial.
La aventura comenzó en 1990, cuando, tras hojear un libro de los récords Guinness, decidió que su camino al reconocimiento sería superar el nombre más largo registrado. “Siempre me fascinaron los récords inusuales… realmente quería formar parte de ese mundo”, declaró Watkins.
En una época sin computadoras personales, pagó cientos de dólares para que alguien mecanografiara su lista. Aunque el Tribunal de Distrito aprobó la solicitud, el Registro General la rechazó. Watkins apeló y el Tribunal Superior finalmente le dio la razón.

Su récord inicial era de 2,310 palabras, pero con cambios posteriores en las reglas de Guinness, se ajustó a 2,253. Muchos de esos nombres los seleccionó mientras trabajaba en una biblioteca, incluyendo el peculiar “AZ2000”, que simboliza tener nombres de la A a la Z con un total de 2,000.
No todo ha sido fácil. Watkins enfrenta complicaciones administrativas: ningún documento oficial puede incluir su nombre completo. Aun así, su historia sigue despertando asombro y curiosidad.
El caso fue tan extraordinario que obligó a Nueva Zelanda a modificar dos leyes para evitar que alguien intentara repetir la hazaña. Y aunque Guinness se pregunta si alguien podrá superar el récord, por ahora Watkins mantiene su lugar único entre los más de 8 mil millones de personas en el planeta.



