Ciudad de México.– La Torre Latinoamericana, uno de los edificios más emblemáticos del Centro Histórico, cumple casi 70 años desde su inauguración y sigue siendo un referente de la arquitectura mexicana, no solo por su altura y diseño, sino también por su resistencia ante fuertes sismos que han sacudido la capital. Pero, ¿quién es su propietario y cómo logró convertirse en un ícono urbano?
Propietario y rescate histórico
De acuerdo con la página oficial del Mirador Torre Latino, la propietaria de este icónico edificio es La Latinoamericana Seguros, S.A., compañía fundada en 1906 en la Ciudad de México. La torre fue construida entre 1949 y 1956 bajo la dirección del arquitecto Augusto H. Álvarez, con motivo del 50 aniversario de la aseguradora, convirtiéndose en ese momento en el edificio más alto del país.
Aunque actualmente comparte espacio con otras empresas, La Latinoamericana Seguros mantiene su sede en la torre. El empresario Carlos Slim también jugó un papel importante en su preservación, adquiriendo en 2002 ocho pisos del edificio que se encontraban en deterioro y albergaban negocios poco confiables, según reportes de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. A pesar de esta participación privada, la propiedad sigue perteneciendo a la aseguradora.
Ingeniería antisísmica ejemplar
La Torre Latinoamericana es un referente mundial de ingeniería antisísmica. Su cimentación consta de 361 pilotes de concreto que penetran profundamente el subsuelo fangoso del antiguo lago de Tenochtitlán, funcionando como anclas flexibles que permiten el movimiento controlado del edificio durante los temblores. Esta característica ha sido clave para que resistiera los sismos del 28 de julio de 1957 (7.8 grados), 19 de septiembre de 1985 (8.1 grados) y 19 de septiembre de 2017 (7.1 grados).
Su estructura de acero robusto pero flexible, combinada con una fachada ligera de cristal y aluminio, mantiene un peso total de 24,100 toneladas, permitiendo equilibrio entre resistencia y ligereza. Quienes han estado dentro durante un sismo han reportado la sensación de balanceo, que si bien resulta impresionante, ha demostrado la eficacia de su diseño.
Dimensiones y funciones actuales
El edificio alcanza los 181.33 metros de altura, con 44 pisos, y durante 27 años fue el más alto de la ciudad. Cuenta con 916 escalones y 7 elevadores que alcanzan velocidades de 4 metros por segundo, haciendo posible subir hasta el piso 37 en apenas 29 segundos. Sus cisternas almacenan 250,000 litros de agua, y ofrece más de 27,000 metros cuadrados construidos.
Más allá de sus cifras, la torre es un espacio vivo y cultural. Entre sus atractivos destacan:
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Gran Café de la Gran Ciudad en el piso 9, con vistas hacia la Alameda Central y el Palacio de Bellas Artes.
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Mirador en la azotea, uno de los puntos turísticos más visitados de la ciudad.
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Restaurante Miralto en el piso 41, con gastronomía y vistas panorámicas.
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SkyBar en el piso 40, ideal para coctelería y eventos nocturnos.
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Museo del Bicentenario en el piso 36, que repasa la historia de México independiente.
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Museo de la Ciudad de México, que narra la historia del predio y del Centro Histórico.
Gracias a su ubicación estratégica cerca del Eje Central y las estaciones de metro San Juan de Letrán y Bellas Artes, la torre sigue siendo un punto neurálgico y turístico.
Lecciones de ingeniería y conservación
La Torre Latinoamericana demuestra cómo un diseño sólido y una ingeniería cuidadosa pueden superar desafíos naturales y mantenerse vigente en entornos urbanos complejos. Su historia subraya la importancia de la inversión y el mantenimiento constante del patrimonio arquitectónico, y cómo un edificio puede combinar funciones comerciales, culturales y turísticas mientras conserva su valor histórico.
Más de seis décadas después de su inauguración, la Torre Latinoamericana sigue siendo símbolo de la Ciudad de México, ejemplo de resistencia ante los sismos y referente de planificación urbana y conservación patrimonial.



