En plena temporada de huracanes, inmigrantes sin estatus legal en Florida enfrentan un dilema crítico: protegerse de desastres naturales o evitar ser detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Maria, una trabajadora agrícola mexicana de 50 años, relató que en tormentas anteriores evacuaba a refugios escolares o a la casa de familiares, pero actualmente percibe esos lugares como riesgosos debido a la presencia de agentes de inmigración.
Organizaciones de apoyo a migrantes, como la Farmworker Association of Florida, han alertado sobre la creciente ansiedad en estas comunidades. Dominique O’Connor, representante de la asociación, explicó que muchas personas deben decidir entre arriesgar su seguridad ante fenómenos naturales o exponerse a la autoridad migratoria en los centros de evacuación. Esta situación se extiende a olas de calor, incendios y otras emergencias, donde la búsqueda de suministros o atención médica también puede convertirse en un riesgo.
El temor se ha intensificado debido a nuevas políticas federales y estatales. Desde enero, numerosas agencias locales han firmado acuerdos 287(g), permitiendo colaborar con ICE en acciones de inmigración. Además, fondos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) se han destinado a construir más centros de detención y personal de la agencia ha sido reasignado temporalmente para apoyar a ICE, generando una percepción de riesgo en refugios que antes se consideraban seguros.
Funcionarios locales han intentado mitigar esta desconfianza mediante la traducción de comunicaciones de emergencia y la implementación de medidas que permitan el acceso a refugios sin exigir identificación. Sin embargo, el temor persiste entre los migrantes, quienes incluso pueden evitar solicitar ayuda federal pese a ser elegibles, debido a la posibilidad de represalias.
La combinación de desastres naturales y políticas de inmigración restrictivas ha creado un escenario complejo, en el que la protección física y la seguridad legal se intersectan. Para las autoridades locales y organizaciones comunitarias, garantizar la resiliencia frente a huracanes implica no solo suministrar refugios y recursos, sino también reconstruir la confianza en un sistema percibido como amenazante por una parte significativa de la población inmigrante.



