El senador y precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay falleció la madrugada de este lunes en la Fundación Santa Fe de Bogotá, a causa de complicaciones derivadas del atentado sicarial que sufrió el pasado 7 de junio durante un acto político en la capital. Tenía 38 años.
Uribe permaneció más de dos meses en estado crítico luego de recibir tres disparos —dos en la cabeza y uno en la pierna— mientras saludaba a simpatizantes en el barrio Modelia. El ataque fue perpetrado por un adolescente que se mezcló entre los asistentes y abrió fuego a corta distancia. Aunque en semanas recientes se había iniciado un proceso de neurorehabilitación, su salud se deterioró gravemente por una hemorragia intracraneal, lo que llevó a su deceso.
Minutos antes del anuncio oficial, su esposa, María Claudia Tarazona, compartió en redes sociales un mensaje en el que agradeció el amor vivido, destacó su papel como padre y prometió cuidar de sus hijos: “Nuestro amor trasciende este plano físico. Espérame, que cuando cumpla mi promesa con nuestros hijos iré a buscarte”.
El asesinato generó amplio rechazo y reavivó el debate sobre la violencia política en Colombia. Miles de personas marcharon en silencio en varias ciudades para exigir justicia. Líderes como María Fernanda Cabal y Álvaro Uribe Vélez lamentaron la pérdida y resaltaron la integridad y compromiso del senador.
Heredero de una tradición política —nieto del expresidente Julio César Turbay y del dirigente liberal Rodrigo Uribe Echavarría—, Miguel Uribe perdió a su madre, la periodista Diana Turbay, a los cinco años, en una operación fallida de rescate ordenada por Pablo Escobar. Abogado y magíster en Políticas Públicas, fue concejal de Bogotá, secretario de Gobierno y el senador más votado en 2022 por el Centro Democrático.
La Fiscalía detuvo al presunto autor material, un joven de 15 años que admitió haber actuado “por plata” y “por su familia”. También fueron capturados cinco adultos, entre ellos Elder José Arteaga Hernández, alias el Costeño, señalado como coordinador del crimen.
La muerte de Uribe Turbay vuelve a poner en el centro la urgencia de garantizar la seguridad de los líderes políticos y combatir la violencia que amenaza a la democracia en el país.



