Aunque el Estrecho de Ormuz no forma parte de las rutas comerciales directas de México, su relevancia geopolítica y energética representa un riesgo económico global que también afecta al país.
Por esta vía marítima transita cerca del 20 % del petróleo y del gas natural licuado a nivel mundial. Un posible cierre o conflicto en la región podría disparar los precios del crudo por encima de los 100 dólares por barril, impactando la economía mexicana a través de la inflación, el encarecimiento del transporte y los subsidios a los combustibles.
México, aunque cuenta con producción nacional en campos como Ku-Maloob-Zaap, también importa petróleo y depende de refinerías que ajustan precios conforme al mercado global.
Expertos señalan que, aunque existen rutas alternas como el oleoducto East–West en Arabia Saudita, ninguna puede sustituir completamente la capacidad del Estrecho de Ormuz, lo que aumenta la vulnerabilidad del sistema energético internacional y, en consecuencia, su impacto en los países no directamente vinculados, como México.



