Un caso inusual sacudió a la Marina de Estados Unidos luego de que se descubriera la instalación no autorizada de una antena de internet satelital Starlink a bordo de un buque de guerra, situación que derivó en una investigación formal y sanciones contra personal de alto rango.
Los hechos ocurrieron en marzo de 2023, cuando la entonces comandante del buque USS Manchester ordenó, sin autorización oficial, la colocación de un sistema de conexión satelital con el objetivo de contar con acceso a internet durante una misión de aproximadamente seis meses. La red fue utilizada de manera restringida por un grupo reducido de oficiales y operó bajo un nombre interno para evitar ser detectada.
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Durante varios meses, la presencia de la red generó sospechas entre miembros de la tripulación que no tenían acceso a ella. Ante los cuestionamientos, la comandante negó en repetidas ocasiones la existencia del sistema y, posteriormente, se intentó ocultar el rastro del dispositivo modificando el identificador de la red para simular que se trataba de otro equipo ajeno al buque.
La situación se agravó cuando, durante una escala en Pearl Harbor, Hawái, se adquirieron equipos adicionales para ampliar la cobertura de la señal en todo el navío. El hallazgo definitivo ocurrió cuando un técnico civil, encargado de instalar un sistema de comunicación militar autorizado, detectó la antena no registrada. Tras una revisión interna, el dispositivo fue retirado y los oficiales involucrados fueron interrogados.
Días después, la comandante reconoció haber ordenado la instalación del sistema sin la aprobación correspondiente. Como resultado de la investigación, fue declarada responsable de incumplimiento del deber y obstrucción de la justicia, lo que derivó en su destitución del cargo, la pérdida de rango y de facultades de mando. Además, más de una decena de oficiales del USS Manchester enfrentaron sanciones administrativas por su participación o conocimiento del caso.
Autoridades navales señalaron que uno de los aspectos más delicados del incidente fue que el buque permaneció operativo durante una misión en el Pacífico occidental con un sistema de comunicación no autorizado activo, lo que representó un riesgo potencial para la seguridad, especialmente en un contexto de tensiones geopolíticas en la región.



