La oposición venezolana atraviesa una nueva división interna frente a las acciones militares y de inteligencia impulsadas por el gobierno de Estados Unidos, encabezado por Donald Trump, en medio de una creciente tensión regional y una persistente represión contra disidentes del régimen de Nicolás Maduro.
Desde septiembre, Washington ha reconocido al menos 14 ataques contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico, que, según el Pentágono, fueron operaciones selectivas contra redes de narcotráfico. Sin embargo, los ataques han causado la muerte de decenas de personas, y su alcance ha despertado preocupación entre actores internacionales.
Trump, quien ha autorizado operaciones encubiertas de la CIA en territorio venezolano, descartó por ahora una intervención terrestre directa, aunque confirmó que “todas las opciones siguen sobre la mesa”.
Maduro denuncia intento de cambio de régimen
El presidente Nicolás Maduro, acusado por Washington de narcotráfico y corrupción, denunció que Estados Unidos busca imponer un cambio de gobierno por la fuerza.
“El pueblo venezolano y la Fuerza Armada detendrán cualquier intento de derrocamiento”, advirtió el mandatario, quien inició este año su tercer mandato, pese a denuncias de fraude electoral y el reconocimiento internacional de una victoria opositora en 2024.
Frente al despliegue militar estadounidense —que incluye portaaviones, destructores, aviones de combate y un submarino nuclear en el Caribe—, los principales bloques de la oposición mantienen profundas diferencias sobre la estrategia a seguir.
Machado y Capriles, visiones opuestas
La premio Nobel de la Paz María Corina Machado, líder de la Plataforma Unitaria y figura emblemática de la resistencia, ha expresado respaldo al despliegue estadounidense, argumentando que Maduro representa una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos y que la presión internacional es indispensable para propiciar un cambio político.
En contraste, el ex candidato presidencial Henrique Capriles defiende una postura moderada, oponiéndose a la intervención armada y apostando por nuevas negociaciones con el gobierno de Maduro y con Washington.
“Sigo creyendo que la negociación siempre será mejor para el futuro de Venezuela”, declaró Capriles, calificando de “extremista” a la corriente liderada por Machado.
El dirigente, quien recientemente obtuvo un escaño en la Asamblea Nacional en unas elecciones boicoteadas por parte de la oposición, ha sido señalado por sus antiguos aliados de “traicionar la causa democrática” al participar en comicios bajo control del oficialismo.
Recrudecimiento de la represión y crisis política
Mientras tanto, la represión estatal continúa. Numerosos líderes opositores permanecen en prisión, exilio o clandestinidad, incluidos varios allegados a Machado. El gobierno ha solicitado al Tribunal Supremo de Justicia la revocación de la ciudadanía del exlíder opositor Leopoldo López, residente en España, acusado de promover una intervención militar.
El político Luis Ratti, cercano al oficialismo, también pidió la revocación de la nacionalidad de Machado y otros 19 opositores.
Por su parte, Magalli Meda, asesora de Machado, sostuvo que la oposición “permanece unida bajo una sola agenda: la libertad de Venezuela”, aunque analistas advierten que la brecha interna se amplía a medida que aumentan las presiones internacionales.
Panorama incierto y mediación internacional
El primer ministro de Qatar, país que ha fungido como mediador en rondas previas de diálogo entre el chavismo y la oposición, manifestó su disposición a reanudar las negociaciones entre Caracas y Washington, aunque no existen contactos concretos en curso.
De tres procesos de diálogo celebrados desde 2019, los resultados han sido limitados: liberación de algunos presos políticos y la celebración de las elecciones de 2024, cuyos resultados siguen siendo motivo de disputa.
Según una encuesta de Panterra (agosto de 2025), el 70 % de los venezolanos rechaza al partido gobernante, mientras que 60 % respalda la posición de Machado y solo 16 % se inclina por negociar con Maduro, lo que confirma la fragmentación de la oposición y la creciente incertidumbre sobre el futuro político del país.



