China busca consolidarse como potencia aeronáutica con el C919, su primer avión de pasajeros de fabricación nacional diseñado para competir con el Boeing 737 y el Airbus A320. Sin embargo, el ambicioso proyecto de la estatal COMAC (Commercial Aircraft Corporation of China) enfrenta fuertes turbulencias debido a la dependencia de componentes extranjeros y a las tensiones comerciales con Estados Unidos.
El C919, presentado por Beijing como símbolo de autosuficiencia tecnológica, realizó su primer vuelo comercial en 2023. Pese a ello, las entregas del avión están muy por debajo de lo esperado: solo siete unidades han sido entregadas hasta octubre de 2025, frente al objetivo de 30 aeronaves para este año, según la consultora Cirium.
Dependencia de Occidente y obstáculos políticos
Aunque China promueve el proyecto como un logro nacional, gran parte de su tecnología proviene del extranjero. El avión cuenta con 48 proveedores de Estados Unidos, incluidos GE, Honeywell y Collins, 26 de Europa y apenas 14 de China, de acuerdo con el Bank of America.
La situación se ha complicado con los nuevos controles de exportación impulsados por la administración de Donald Trump, que han afectado componentes esenciales como los motores LEAP-1C, desarrollados por GE Aerospace(EE.UU.) y Safran (Francia). Washington suspendió temporalmente las licencias de exportación en mayo, lo que retrasó los planes de producción de COMAC.
“El C919 depende de tecnología sensible a decisiones políticas externas, lo que lo hace vulnerable a la volatilidad geopolítica”, explicó Dan Taylor, de la consultora IBA.
Desafíos técnicos y certificación internacional
Más allá de los factores políticos, COMAC enfrenta retos técnicos y logísticos. El proceso de producción avanza con cautela, priorizando la seguridad y calidad, según Max J. Zenglein, economista de The Conference Board.
China busca reemplazar los motores occidentales con su propio modelo, el CJ-1000A, desarrollado por Aero Engine Corporation of China (AECC), aunque este aún se encuentra en fase de pruebas.
Asimismo, el C919 carece de certificación internacional, lo que impide su operación fuera de China. A pesar del interés de aerolíneas como AirAsia, los permisos de la Administración Federal de Aviación (FAA) de EE.UU. y la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) podrían tardar varios años.
Competencia creciente y panorama futuro
De acuerdo con Airbus, China necesitará 9,570 nuevos aviones de pasajeros entre 2025 y 2044, la mayoría de un solo pasillo. COMAC aspira a capturar parte de ese mercado, pero enfrenta la expansión de Airbus, que abrirá una segunda línea de ensamblaje en China en 2026 para aumentar la producción de los A320.
Analistas coinciden en que COMAC tardará años en romper el duopolio Boeing-Airbus. A corto plazo, su crecimiento estará limitado al mercado interno y, eventualmente, a exportaciones regionales en Asia y África.
“El C919 necesita tres cosas para competir: eficiencia económica, una red global de soporte y certificaciones internacionales. Sin eso, no puede despegar en el mercado global”, advirtió Richard Aboulafia, de AeroDynamic Advisory.
En resumen, aunque el C919 simboliza el avance tecnológico de China, el camino hacia la independencia aeronáutica aún enfrenta turbulencias políticas, técnicas y comerciales que podrían retrasar su despegue internacional.



