El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, se encuentra bajo creciente presión por parte del sector ganadero nacional, tras el aumento en los precios de la carne y las consecuencias derivadas de su política arancelaria. Aunque fue una de las principales promesas de su administración fortalecer la producción local, las importaciones de carne, particularmente desde Argentina, han aumentado de manera considerable.
Expertos atribuyen este fenómeno a una combinación de factores: altos aranceles impuestos a países exportadores como Brasil, restricciones sanitarias a México, disminución del hato ganadero en territorio estadounidense, y una inflación alimentaria persistente.
Noticias Relacionadas
Productores acusan “doble discurso”
Los ganaderos, tradicionalmente aliados del Partido Republicano, han manifestado su descontento. Organizaciones como la Asociación Nacional de Ganaderos (NCBA) y R-CALF criticaron la decisión del gobierno de incrementar la cuota de importación de carne argentina de 20 mil a 80 mil toneladas métricas anuales. Consideran que esta medida contradice la visión proteccionista de “Estados Unidos Primero”.
“La importación masiva de carne extranjera genera incertidumbre y podría poner en riesgo la producción ganadera nacional”, advirtió Colin Woodall, director ejecutivo de la NCBA. Por su parte, otros líderes del sector ven esta estrategia como una amenaza a los pequeños productores y al empleo rural.
Aumento en los precios al consumidor
Los efectos de estas políticas han repercutido en los hogares estadounidenses. El precio promedio de una libra de carne molida alcanzó los 6.32 dólares, mientras que los cortes de primera superan los 12 dólares. El propio Trump reconoció que sus políticas arancelarias están detrás del encarecimiento, pero defendió que han ayudado a los ganaderos a tener mayores ingresos.
En un intento por contener los precios al consumidor, el gobierno ha optado por abrir el mercado a proveedores alternativos como Argentina, con quien recientemente se firmó un acuerdo comercial de 20 mil millones de dólares.
Críticas desde el sector académico y sanitario
Economistas agrícolas, como David Anderson de la Universidad de Texas A&M, han señalado que la política de intervención podría afectar la recuperación del sector tras años difíciles marcados por sequías y bajos márgenes. Además, persiste la preocupación por el posible riesgo sanitario, especialmente por enfermedades como la fiebre aftosa, aunque Argentina afirma haber erradicado este problema desde 2006.
Impacto limitado en el mercado
A pesar de las preocupaciones, especialistas aseguran que el impacto de las importaciones argentinas será marginal. Hasta julio de este año, EE.UU. había importado 32.8 millones de kilogramos de carne argentina, cifra mínima frente a los más de 6 mil 800 millones de kilogramos producidos localmente.
El economista Glynn Tonsor, de la Universidad Estatal de Kansas, subrayó que Argentina no tiene la capacidad de suplir las necesidades del mercado estadounidense, y gran parte de su carne es utilizada como insumo para mezclas de carne molida.
Una crisis con fondo estructural
Analistas coinciden en que la raíz del problema no radica únicamente en las importaciones o en los aranceles, sino en una estructura de mercado concentrada en pocas empacadoras, sumado a fenómenos climáticos y altos costos de producción.
Mientras tanto, el debate sigue abierto y el campo estadounidense exige claridad sobre el rumbo que tomará la política agroalimentaria de cara a las elecciones de 2026.
