Puebla. — La Fiscalía General del Estado (FGE) confirmó la muerte del empresario Julio Armando Torres Dolores, de 30 años, propietario de la compañía Cartotec, dedicada a proveer material industrial. El hallazgo de su cabeza, abandonada en el centro de Acatzingo la noche del sábado, desató consternación en la región del Triángulo Rojo. Hasta el momento, el resto de su cuerpo no ha sido localizado.
El secuestro y el hallazgo macabro
De acuerdo con la información ministerial, Torres fue secuestrado el pasado 23 de septiembre por un grupo armado. La familia relató que, días después, recibieron llamadas de extorsión con la exigencia de un pago de rescate. Dicho monto fue entregado el viernes 26, sin que ello impidiera que al día siguiente aparecieran los restos del empresario.
La cabeza fue localizada a unos metros de las letras turísticas que dan la bienvenida al municipio de Acatzingo. El hallazgo se reportó formalmente hasta la madrugada del domingo, lo que generó críticas al actuar de las autoridades.
Dos versiones enfrentadas
La familia sostiene que el asesinato fue consecuencia directa del secuestro, mientras que la Fiscalía poblana planteó una línea distinta: un posible ajuste de cuentas vinculado al cobro de piso. En el lugar del hallazgo se encontró un narcomensaje, que apuntaría a que el empresario se habría negado a realizar pagos a grupos criminales.
Funeral y exigencia de justicia
El 1 de octubre, las campanas de la Parroquia de San Juan Bautista, en Tecamachalco, repicaron para dar el último adiós a Julio Torres. Decenas de familiares, amigos y vecinos se reunieron para despedirlo y exigir justicia.
Posteriormente, los restos fueron sepultados en el panteón San Adrián, ubicado en la carretera Tecamachalco–Tochtepec. Durante la ceremonia, la familia reiteró su exigencia de que la Fiscalía esclarezca el crimen y detenga a los responsables.
Indignación en la región
El asesinato del joven empresario ha provocado indignación social no solo por la brutalidad del crimen, sino también por la falta de resultados en las investigaciones. Mientras la autoridad mantiene abiertas varias líneas de investigación, la exigencia ciudadana de justicia se hace cada vez más fuerte en las calles de Tecamachalco y Acatzingo.



