Una historia que nació en la distancia, con cartas, fotografías y ayuda económica, finalmente encontró su punto culminante en un abrazo. Edward Kankaka, conoció por primera vez en persona a la familia Anschau, quienes lo apadrinaron cuando era niño mediante el programa de Compassion Australia.
Bruce y Margaret Anschau, junto a sus hijos, recibieron a Kankaka en el aeropuerto de Newcastle con una carpeta llena de recuerdos: cartas escritas desde 1995, fotos y dibujos infantiles. “Es como conocer a una familia que nunca habías visto”, dijo Edward conmovido, reconociendo a los Anschau como su papá, mamá, hermana y hermanos australianos.
El vínculo comenzó cuando los Anschau decidieron apadrinar a un niño por cada uno de sus hijos. Tim, el menor, eligió a Edward por compartir cumpleaños y por su gran sonrisa en la foto del catálogo. En aquel entonces, Kankaka vivía en Uganda bajo el cuidado de su abuela, tras perder a su padre.
Durante años, las cartas entre ambas familias relataban juegos, travesuras, experiencias escolares y momentos cotidianos. “Hay algo muy bonito en saber que, donde sea que estés, los niños siguen siendo niños”, reflexionó Heather Foord, hija del matrimonio. Uno de los recuerdos más entrañables fue cuando Heather le escribió a Edward presentándole a Santa Claus por primera vez.
Aunque el programa formal de apadrinamiento termina a los 18 años, los Anschau continuaron apoyando a Edward durante la universidad. Gracias a ese respaldo, estudió en la Universidad Johns Hopkins y hoy lidera investigaciones para combatir el VIH en comunidades vulnerables. “La compasión me impulsó a despegar. Sin ella no estaría haciendo lo que hago”, aseguró Kankaka.
Durante su estancia en Australia, la familia Anschau planea compartir tiempo con él, incluyendo visitas a la playa, una experiencia nueva para el ugandés. Para los Anschau, el lazo con Edward no terminó con la mayoría de edad, sino que se transformó en una hermandad profunda que el tiempo no ha podido borrar.
“Su presencia aquí es una prueba viva del impacto que puede tener la solidaridad”, afirmó Bruce. Actualmente, la familia continúa apadrinando a otro niño, convencidos de que un acto de compasión puede cambiar vidas para siempre.



