Colombia vivió este jueves una de las jornadas más violentas de la última década, con dos ataques simultáneos en Cali y Antioquia que dejaron al menos 18 muertos y decenas de heridos.
En Cali, a las 15:00 horas locales, un camión cargado con explosivos detonó cerca de una escuela militar de aviación. La explosión causó la muerte de seis personas y heridas a más de 60, según confirmó la Defensoría del Pueblo. La alcaldía ordenó la militarización inmediata de la ciudad ante el caos y el temor de nuevos ataques.
Imágenes que circularon en redes sociales mostraban vehículos incendiados, casas destruidas y ciudadanos huyendo aterrados. Las autoridades responsabilizaron al Estado Mayor Central (EMC), disidencia de las FARC comandada por alias Iván Mordisco.
Horas antes, en una zona rural de Antioquia, otro grupo armado —también disidente de las FARC y liderado por alias Calarcá— atacó a un escuadrón de la policía nacional que realizaba tareas de erradicación de cultivos ilícitos. Con drones cargados de explosivos y armas largas, los insurgentes derribaron un helicóptero y se enfrentaron a los uniformados, provocando la muerte de 12 agentes.
La Fiscalía General de la Nación confirmó la captura de dos hombres vinculados al atentado en Cali, uno de ellos entregado por la comunidad. El presidente Gustavo Petro anunció que solicitará al gobierno y a la comunidad internacional declarar al EMC, al grupo de Calarcá y al Clan del Golfo como organizaciones terroristas.
Estos hechos ocurren en medio de un clima de violencia política creciente. Apenas el 11 de agosto, el candidato presidencial Miguel Uribe fue asesinado en un atentado.
Además, preocupa el uso cada vez más frecuente de drones explosivos. Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, las víctimas civiles por este tipo de armas se duplicaron en 2025.
Colombia sigue siendo el mayor productor mundial de cocaína, con un récord de 253,000 hectáreas cultivadas en 2023. Mientras el gobierno intenta avanzar con programas de erradicación voluntaria, los grupos armados mantienen el control de territorios clave en medio de un conflicto que no cede.



