La historia de María de Jesús Mundo, conocida como Doña Mary, ha conmovido al país entero. Esta mujer de 80 años falleció el pasado jueves 24 de julio en la Central de Autobuses de Puebla (CAPU), en la misma banca donde durante tres años esperó el regreso de sus hijos. Su vida fue marcada por el abandono, la esperanza y una silenciosa lucha por reencontrarse con su familia.
Originaria de la Ciudad de México y con más de tres décadas de residencia en Puebla, Doña Mary fue desalojada de su vivienda en Tehuacán por falta de recursos para pagar la renta. Desde entonces, hizo de la CAPU su refugio. Sentada día tras día, con su bastón y pocas pertenencias, aguardaba por Víctor Manuel, María Guadalupe y Alma, los hijos a quienes, según sus palabras, nunca dejó de esperar.
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En 2023, su situación se viralizó a través de un video que mostraba su realidad: una anciana enferma, viviendo de la caridad de los transeúntes. El Sistema Estatal DIF emitió un boletín para intentar localizar a sus familiares, sin éxito. A pesar de los esfuerzos institucionales y ciudadanos, ningún familiar acudió a apoyarla.
En entrevistas pasadas, Doña Mary compartió su fe en que una de sus hijas acudiría a buscarla, justificando su ausencia con comprensión:
“Sé que ella va a pasar por mí. Ha de estar arreglando lo de la escuela de sus hijos. Pero también, te soy honesta, amamos y respetamos a nuestros padres, pero nuestros hijos dependen totalmente de uno. Entonces no se lo tomo a mal.”
Su salud se fue deteriorando con el tiempo. Padecía una infección en la pierna, inflamación de vejiga y mostraba signos de depresión. Rechazaba la ayuda institucional, aferrada a la idea del reencuentro. Su rutina era la misma cada día: sentarse por la mañana, caminar un poco para tomar el sol, y volver a dormir junto a las taquillas.
El jueves, usuarios de la terminal notaron su ausencia de movimiento. Al ser revisada por paramédicos, se confirmó su fallecimiento. La Fiscalía General del Estado realizó el levantamiento del cuerpo, que permanece en el Servicio Médico Forense, sin que hasta ahora ningún familiar lo haya reclamado.
Durante su estancia, la administración de la CAPU nunca la desalojó, y la ciudadanía poblana trató de asistirla en múltiples ocasiones. Sin embargo, Doña Mary nunca quiso abandonar el lugar donde depositó su esperanza.
Su historia, además de conmover, deja una reflexión profunda sobre el abandono, la indiferencia y la responsabilidad social hacia los adultos mayores. Mientras las autoridades resguardan sus datos en espera de algún familiar, el cuerpo de María de Jesús Mundo permanece, como ella misma vivió: en espera de dignidad y justicia.



