El cambio climático no solo está transformando los paisajes del planeta: también está poniendo en jaque cultivos esenciales para la alimentación mundial. Entre ellos, uno de los más queridos y consumidos a nivel global: el cacao, principal ingrediente del chocolate.
Los efectos del calentamiento global —como las olas de calor, las lluvias torrenciales, las sequías prolongadas y la proliferación de plagas— ya están impactando fuertemente a los cultivos en África Occidental, región que abastece aproximadamente el 70% del cacao del mundo. Países como Costa de Marfil, Ghana, Camerún y Nigeria están registrando cosechas cada vez más escasas y de menor calidad debido a temperaturas extremas que, en algunos casos, superan los 32°C durante los periodos clave de cultivo.
Un reciente estudio, basado en datos de 44 zonas productoras y modelos climáticos, concluye que el cambio climático —impulsado principalmente por la quema de combustibles fósiles— está haciendo más frecuentes e intensas las condiciones climáticas adversas para el cacao. Los investigadores alertan que esta tendencia podría agravarse aún más en las próximas décadas.
Además del calor, factores como la minería ilegal, el contrabando, las plagas (como las cochinillas) y los cambios en los patrones de lluvia están reduciendo significativamente la productividad de las plantaciones. El resultado: escasez de granos de cacao y un alza histórica en los precios.
Desde finales de 2023, los precios del cacao se han disparado tanto en los mercados de Nueva York como de Londres, alcanzando más de $12,500 dólares por tonelada en diciembre pasado. Esto representa un incremento sin precedentes, considerando que durante décadas el precio promedio osciló entre $2,000 y $3,000 dólares por tonelada. Marcas internacionales como Lindt ya han anunciado nuevos aumentos en los precios al consumidor debido al encarecimiento de la materia prima.
Pero más allá de lo económico, los expertos advierten que el chocolate enfrenta una amenaza existencial. Si no se logra frenar el avance del cambio climático, es posible que en 2050 el cacao deje de cultivarse de manera viable en las regiones tradicionales. De cumplirse este escenario, el chocolate podría volverse un producto escaso, exclusivo o incluso desaparecer del mercado.
El fin del chocolate, aunque suene dramático, ya no es una idea remota sino una posibilidad tangible. Y es, al mismo tiempo, un síntoma alarmante de lo que el cambio climático podría provocar si no se toman medidas urgentes y globales.