El fenómeno “aesthetic” ha dejado de ser solo una forma bonita de editar fotos. Según estudios de la Universidad Europea Creative Campus, esta tendencia digital representa una forma de vida en la que cada imagen, color o filtro proyecta identidad, emociones e incluso aspiraciones.
Con elementos como el minimalismo, colores pastel, cultura pop y referencias nostálgicas, los usuarios curan sus perfiles como si fueran museos digitales. Amanda Demeku, experta en marketing visual, destaca que mantener una coherencia estética en redes puede generar una impresión duradera y diferenciadora.
Pero más allá del estilo, el aesthetic también responde a un contexto social. En tiempos difíciles, “romantizar” momentos cotidianos —una taza de café, luces LED en cuartos pequeños— se convierte en una forma accesible de bienestar emocional.
Aunque la crítica de arte Marisol Salanova advierte que este fenómeno puede ocultar realidades como la precariedad habitacional bajo una falsa sensación de belleza, muchos jóvenes encuentran en él una vía de expresión y pertenencia.
Desde el “dark academia” hasta el “cottagecore”, el universo aesthetic sigue expandiéndose y adaptándose a las nuevas generaciones que buscan identidad en un mundo cada vez más visual.