Ciudad de México.– La búsqueda del amor en la adultez se convirtió en tema de conversación luego de que una usuaria de TikTok, Gisseel Garcías (@gissellgarcias_), compartiera una reflexión personal sobre lo complicado que, según su experiencia, puede ser encontrar pareja después de los treinta años.
En un video que rápidamente se viralizó —acumulando más de 970 mil reproducciones y más de 61 mil “me gusta” en menos de 24 horas—, la joven expresa de manera sincera: “Sí, está bien cabrón”. A través de un tono directo y emotivo, relata cómo, pese a mantener la esperanza de encontrar a su compañero de vida, cada intento por conectar con alguien, incluso mediante aplicaciones de citas, termina en la misma frustración.
Aunque no especificó el nombre de las plataformas que ha utilizado, Garcías dejó entrever que ha probado algunas opciones populares como Tinder, Bumble o Facebook Parejas, sin lograr establecer vínculos duraderos. Su testimonio resonó entre miles de internautas que, en la sección de comentarios, compartieron experiencias similares o le recordaron que aún es joven y tiene tiempo para encontrar una relación estable.
La publicación también reavivó el debate sobre las relaciones amorosas y la edad, respaldado por datos de estudios como el del sociólogo Nicholas Wolfinger, de la Universidad de Utah, quien analizó estadísticas de la Encuesta Nacional de Crecimiento Familiar de 2006 a 2010. Según su investigación, la estabilidad matrimonial está más relacionada con un rango etario específico que con la madurez aparente del compromiso.
Wolfinger señala que casarse entre los 28 y 32 años disminuye significativamente el riesgo de divorcio, alcanzando su punto más bajo a los 30 años. A partir de los 35, en cambio, el riesgo comienza a aumentar nuevamente. Por ejemplo, las parejas que se casan entre los 25 y 29 años tienen un 14% de probabilidad de divorciarse en los primeros cinco años, mientras que aquellas entre los 30 y 34 años tienen solo un 10% de riesgo. Para quienes se casan después de los 35, el riesgo vuelve a incrementarse.
El caso de Gisseel ha abierto una ventana a una realidad compartida por muchos adultos jóvenes que, entre la presión social, las dinámicas modernas de citas y la búsqueda de compatibilidad emocional, se enfrentan a desafíos inesperados en su vida sentimental.
El video no solo se convirtió en una catarsis personal, sino también en un reflejo de una generación que replantea las relaciones amorosas y sus tiempos, sin dejar de lado el anhelo genuino de conectar con alguien especial.



