Por medio de un breve mensaje en Instagram, Carlos Vela ha puesto punto final a una carrera que siempre orbitó entre el talento desbordante y la indiferencia por el deporte que lo lanzó al estrellato. El campeón mundial Sub-17 con México y figura histórica de la Real Sociedad se despide con una frase que lo ha perseguido durante años: ¿Y si le hubiera apasionado más el fútbol?
Su último partido como profesional se remonta a octubre de 2024, cuando disputó apenas unos minutos con Los Ángeles FC, el club que lo recibió como su primer gran ídolo y donde encontró —según sus propias palabras— la verdadera felicidad.
La relación de Vela con el fútbol fue, desde siempre, ambivalente. “Prefiero mil veces ver un partido de básquet que uno de fútbol”, confesó en 2018 durante un evento de la NBA. Su honestidad, a menudo incómoda para la ortodoxia futbolera, fue también su carta de presentación. Rechazó al menos dos llamados a la Copa del Mundo con la selección mexicana, priorizando su estabilidad emocional sobre la camiseta tricolor. “Hice lo que creí correcto, lo que mi corazón me dijo”, dijo entonces. En 2022, fue aún más claro: “Cuando no estás bien y no quieres estar 100% en un lado, es mejor no estorbar”.
En su mejor momento físico y futbolístico, Vela dejó Europa para ser el rostro de LAFC en la MLS. Renunció a la élite para liderar un proyecto nuevo en Los Ángeles, una ciudad que le ofrecía anonimato, familia y NBA. Desde ahí construyó una etapa dorada con títulos, récords y una tranquilidad inusual para un jugador de su calibre.
México, sin embargo, nunca terminó de perdonarle sus ausencias con la selección. Su desapego fue visto como una traición por parte de una afición que lo imaginaba como el líder de una generación brillante. Pero Vela siempre fue diferente: un delantero con desequilibrio natural, con gol, con pausa, y con una capacidad única para decidir partidos. A los 17 años fue clave en la conquista del Mundial Sub-17 en 2005, con Giovani dos Santos como socio. A nivel mayor, su último gran acto fue en el Mundial de Rusia 2018, donde marcó ante Corea del Sur y se despidió contra Brasil en octavos de final.
Su carta de despedida fue tan sobria como su relación con la fama: “No hay palabras suficientes para expresar el agradecimiento que tengo por mi familia, todos los clubes que me dieron la oportunidad y a la afición por su apoyo y cariño. Gracias”, escribió este martes.
Formado en las fuerzas básicas de Chivas, Vela fue fichado por el Arsenal tras el Mundial juvenil. Pasó por Salamanca, Osasuna, West Bromwich y, finalmente, Real Sociedad, donde vivió su apogeo: siete temporadas, 73 goles y una conexión inolvidable con la afición txuri-urdin. Formó una dupla letal con Antoine Griezmann y llevó al club a la Champions League. En Estados Unidos ganó todos sus títulos profesionales: dos Supporters’ Shield, una MLS Cup, una US Open Cup y dos campeonatos de conferencia.
Con la camiseta nacional, además del Mundial Sub-17, levantó dos Copas Oro y una Copa Concacaf, que lo llevó a disputar la Copa Confederaciones de 2017. Fue parte de una generación que no temió dejar el país, que venció a potencias como Brasil y Alemania, y que cambió la narrativa del futbolista mexicano.
Carlos Vela se va como vivió su carrera: fiel a sí mismo, a su instinto y a su manera de entender la vida. No fue el ídolo que todos querían, pero sí el que escribió su historia con libertad.