Es una pregunta común, ¿verdad? Seguro que conoce a varias personas que, por ejemplo, prefieren empezar el día con un vaso de jugo hecho con 3 o 4 naranjas.
Si decides comer la fruta entera, como una naranja, estarás aprovechando todos sus beneficios.
Primero, obtienes una buena dosis de fibra, esencial para una microbiota intestinal saludable. Además, las frutas son ricas en vitaminas y minerales, y en el caso de la naranja, es una excelente fuente de vitamina C.
Otra ventaja importante es que, aunque las frutas contienen azúcar, al consumirlas enteras, el azúcar se libera de forma gradual en el cuerpo, lo que ayuda a evitar picos rápidos de glucosa en sangre. Esto contrasta con el jugo, que puede elevar el azúcar en sangre más rápidamente, lo que, con el tiempo, podría contribuir al desarrollo de resistencia a la insulina o incluso diabetes tipo 2.
Para preparar un vaso de jugo, se necesitan entre tres o cuatro naranjas, lo que ya aumenta considerablemente la cantidad de azúcar. Además, cuando exprimes la fruta, pierdes la fibra, un nutriente clave para regular la digestión y la absorción de nutrientes.
Al exprimir la fruta, la vitamina C y los minerales se oxidan rápidamente al estar en contacto con el aire, lo que disminuye su concentración. Esto significa que el jugo que consumes no tendrá tantos nutrientes como la fruta entera. Además, como el azúcar del jugo se absorbe rápidamente, puede provocar un aumento rápido de la glucosa en sangre, lo que puede generar picos de insulina.
Entre las dos opciones, aunque ambas son saludables, siempre es mejor optar por la fruta entera.
Diferencias entre tipos de frutas y formas de consumo
Los expertos en Nutrición de la Universidad de Harvard avalan los beneficios de consumir frutas enteras, destacando que estas son una excelente fuente de fibra, algo que los jugos, incluso los 100% naturales, no contienen. De hecho, una sola taza de jugo puede tener una cantidad de azúcar mucho mayor que una porción de fruta fresca, y además, no genera la misma sensación de saciedad, lo que podría llevar a un consumo excesivo sin darnos cuenta.
Las frutas congeladas son una opción práctica, económica y nutritiva. Al ser recolectadas y procesadas cerca de la cosecha, conservan muy bien sus nutrientes. Es importante asegurarse de elegir las versiones sin azúcar añadido.
Por otro lado, las frutas deshidratadas, como las pasas, los higos o la piña, también ofrecen buenos beneficios nutricionales y son fáciles de almacenar y transportar. Sin embargo, muchas de estas versiones contienen azúcar añadida, especialmente variedades como el mango, la piña y los arándanos rojos. Dado su tamaño pequeño y su dulzura concentrada, pueden llevar al consumo en exceso.
Además, algunas frutas deshidratadas pueden ser tratadas con dióxido de azufre para preservar su color y frescura. Aunque este tratamiento generalmente no representa un problema para la mayoría, las personas con asma o sensibilidad deben leer las etiquetas cuidadosamente para evitar reacciones adversas.