Entre el 26 de agosto y el 13 de septiembre de 2024, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) aplicó la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) en 91 áreas del país. Los resultados revelan que 58,6% de las personas mayores de 18 años percibe que vivir en su ciudad es inseguro. El dato refleja un leve descenso en comparación con el mismo periodo de 2023, cuando se ubicaba en 61,4%. Las cifras del tercer trimestre de 2024 reflejan el nivel de desconfianza en el entorno urbano, con diferencias notorias según la región, el género y la ciudad evaluada.
La encuesta del Inegi, aplicada cada trimestre, ofrece un panorama actualizado sobre la percepción ciudadana en materia de seguridad y sirve de guía para tomar decisiones públicas. Aunque se registra una ligera mejoría porcentual respecto a años anteriores, las cifras siguen siendo elevadas. Destacan las disparidades de género, la desconfianza en ciertas ciudades, el cambio de hábitos entre la población y las valoraciones dispares sobre las autoridades.
Los datos del Inegi muestran que las mujeres reportan mayor inseguridad que los hombres. Mientras el 64% de las encuestadas manifestaron sentirse inseguras, la proporción entre los varones alcanzó 52,2%. Esta brecha de género se observa con mayor énfasis en espacios públicos como cajeros automáticos ubicados en la vía pública. En esos puntos, 73,5 % de las mujeres reconoció el peligro, frente a 60,5% de los hombres. El mismo patrón aparece en el transporte público, donde 66,8% de ellas y 55,3% de ellos expresaron sentirse inseguros.
El estudio muestra que las ciudades con mayor percepción de inseguridad incluyen Tapachula, en Chiapas, con 91,9%; Naucalpan de Juárez, en Estado de México, con 88%, y Fresnillo, Zacatecas, con 87,9%. En contraste están las zonas con menor percepción de inseguridad: San Pedro Garza García, en Nuevo León, reportó 13,7% y Benito Juárez, en Ciudad de México, 17,5%.
Los resultados muestran que el 35,7% de las personas mayores de edad declaró haber tenido conflictos directos con familiares, vecinos, colegas de trabajo o escuela, personal de establecimientos o autoridades de gobierno. Este fenómeno fue mayor en Ciudad de México, donde las alcaldías Cuauhtémoc, Azcapotzalco y Xochimilco presentaron tasas por encima de la mitad de su población en situaciones de confrontación. En el extremo opuesto, Ciudad Obregón, General Escobedo e Irapuato registraron los niveles más bajos, pues menos del 14% de sus habitantes reportó algún incidente de este tipo.
El análisis histórico sugiere que aunque el dato nacional de inseguridad percibida se redujo ligeramente respecto a 2023 (61,4% entonces contra 58,6% ahora), no se aprecia un cambio significativo frente a junio de 2024, cuando se situaba en 59,4 %. Además, 31,8% de la población considera que la delincuencia se mantendrá igual en los próximos 12 meses.
De acuerdo con la encuesta, hay distintos factores que pueden llevar a esta percepción. Según los encuestados, la inseguridad se asocia con el aumento de la delincuencia, la falta de una presencia efectiva de las autoridades y la vulnerabilidad en espacios públicos. El lugar más citado como peligroso fue el cajero automático ubicado en la vía pública, con 67,3%. Le sigue el transporte público, con 61,8%, y las calles que se recorren con frecuencia, con 51,3%.
La percepción de inseguridad afecta la tranquilidad, pero también transforma los hábitos. Una parte significativa de la población ha dejado de portar objetos de valor, evita que los menores salgan solos y ya no camina por su hogar cuando oscurece. Incluso las visitas a familiares o amistades se han reducido.
Además, la muestra revela la poca confianza en las autoridades locales. Mientras la Marina cuenta con un nivel de aprobación de 87,7%, la Fuerza Aérea Mexicana de 83,9% y el Ejército de 83,1%, la confianza en la policía estatal llega al 55,8% y la policía preventiva municipal mantiene el nivel de confianza más bajo con 48,6%.
La ENSU también da cuenta de otros retos urbanos. Más de ocho de cada 10 habitantes ven en los baches de las calles un problema grave. Le siguen las fallas en el suministro de agua, la falta de alumbrado público y la saturación de hospitales. Estos puntos van más allá de lo que usualmente se considera en el tema de seguridad, pero son un recordatorio de que la tranquilidad y la paz no se entienden solo como ausencia de delitos, sino también como calidad de vida y funcionalidad de los servicios.