En la Ciudad de México, un niño que vendía gelatinas para sobrevivir ha sido expuesto en redes sociales tras revelarse que utilizaba una estrategia para recibir dinero de los transeúntes, quienes ahora, conscientes del fraude, lo ignoran en su mayoría. Este suceso ha generado un debate sobre la situación de los menores en contextos vulnerables y la responsabilidad de los adultos en este tipo de casos que se les denomina explotación infantil.
En TikTok, varios usuarios han grabado al llamado “niño de las gelatinas”, quien aparentemente finge haber perdido su mercancía para provocar lástima y conseguir dinero de los peatones. En un nuevo video, se observa al niño en el suelo, rodeado de gelatinas esparcidas, pero ahora la mayoría de las personas pasa de largo sin ofrecer ayuda.
@shanetsanabria192
Cuando los usuarios en redes sociales se dieron cuenta de que esta situación podría tratarse de una estafa, han decidido dejar de apoyarlo económicamente aunque lo vean en el piso con sus gelatinas.
El video compartido por la usuaria @shanetsanabria192 muestra al niño rodeado de sus gelatinas tiradas en la acera. Sin embargo, en esta ocasión, nadie se acerca a ayudarlo o a darle dinero, un cambio drástico después de que el supuesto fraude se hiciera viral. En la publicación, la usuaria comenta: “Después de que mencionaron el fraude del niño de las gelatinas, ya nadie le da dinero”.
Otro video compartido por el usuario @bajito.perfil27 muestra la misma escena, el menor rodeado de gelatinas, pero sin lograr captar la atención de los transeúntes.
Este fenómeno ha generado una discusión en redes sobre la moralidad y ética de las prácticas que llevan a cabo menores en situación de calle. Sin embargo, algunos expertos advierten que el enfoque no debería centrarse únicamente en el niño, sino en las circunstancias que lo rodean y en las personas adultas que podrían estar detrás de esta situación.
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La mirada de los expertos: “No debemos criminalizar a los menores en contextos vulnerables”
Juan Martín Pérez García, coordinador de la organización Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, señala que, si bien el comportamiento del menor puede considerarse inapropiado, el juicio público y la crítica no deben caer sobre él, sino en la problemática de fondo. Explica que situaciones como esta revelan la necesidad de abordar la explotación infantil y las condiciones de pobreza extrema en México.
El contexto se presta a resaltar que los niños que recurren a estas prácticas suelen ser víctimas de explotación y podrían estar bajo presión de adultos que los manipulan para obtener beneficios económicos.
La importancia de la intervención de autoridades y ciudadanía
Ante estos hechos, sugieren que en lugar de responder directamente con críticas o reproches hacia el menor, lo ideal es que la ciudadanía solicite el apoyo de las autoridades correspondientes, como el sistema de cámaras de vigilancia del C5 en la Ciudad de México o los servicios de protección infantil del DIF. Según el especialista, este tipo de medidas permite una intervención adecuada y evita que los ciudadanos se vean tentados a tomar acciones directas contra el menor.
La vulnerabilidad de los menores en México
Los programas de apoyo social son una herramienta clave para abordar el problema de la explotación infantil. Sin embargo, estos programas no deben limitarse a transferencias monetarias, sino a estrategias que incluyan educación, salud y seguridad. Enfatiza la necesidad de brindar un apoyo que permita a los niños y sus familias mejorar sus condiciones de vida y evitar recurrir a actividades que puedan poner en riesgo su integridad o explotación.
La situación del niño plantea una reflexión sobre la responsabilidad de la sociedad hacia los menores en condiciones de vulnerabilidad. Según expertos en derechos infantiles, el caso muestra la falta de alternativas y recursos efectivos que ayuden a estos menores a escapar del ciclo de pobreza y explotación.