El estudiante de medicina de 27 años, Pablo Leiva Inzunza, se suicidó esta semana. Su madre y sus compañeros de la Universidad de Valparaíso campus San Felipe, Chile, denunciaron maltratos en las prácticas clínicas.
El joven cursaba el séptimo año de la carrera de Medicina, por lo que estaba realizando su internado, cuando desapareció el pasado 30 de agosto, después de 12 horas de estar trabajando. “Muchos de sus compañeros dicen que estaba agotado, que si descansaba se sentía mediocre”, señalaron sus colegas en una carta del centro de estudiantes de Medicina de su universidad.
Al día siguiente de su desaparición, familiares y amigos se enteraron que Pablo se había quitado la vida. Marta Inzunza, madre del joven, denunció ante el medio “BBC Mundo” que, su hijo vivía bajo mucho estrés, al punto de que en una de sus prácticas tuvo convulsiones.
“A mi hijo lo rompieron, le rompieron su alma y autoestima. ¿Qué fue lo que pasó? La única explicación que tengo es el estrés y el miedo de no tener la capacidad de rendir”, señaló la mujer.
De acuerdo con la madre, a Pablo “le minaron su autoestima”, ya que en los centros médicos lo trataban “trataran como un tonto, como imbécil o estúpido. Lo hicieron sentir así: que no era capaz, que los conocimientos que tenía no eran suficientes para pasar”, explicó.
Después de que se dio a conocer la noticia, los estudiantes de la universidad emitieron un comunicado en el que alertaron que en las prácticas clínicas que tienen que llevar a cabo los alumnos, en realidad, “el maltrato se disfraza de docencia”. Así mismo, denunciaron que los futuros médicos chilenos pasan casi todo su tiempo en los hospitales y duermen en residencias con pésimas condiciones.
“BBC Mundo” se contactó con la Universidad de Valparaíso para obtener una declaración al respecto, la cual afirmó que “ante esta tragedia, el rector de la universidad ha dispuesto la instrucción de una investigación sumaria con el propósito de establecer eventuales responsabilidades administrativas en la atención de cualquier situación relacionada” con el estudiante.
Por otro lado, el Hospital San Camilo, donde el joven realizó turnos, envió una declaración al mismo medio, donde señaló que “el establecimiento cuenta con protocolos claros y establecidos para realizar denuncias en caso de cualquier situación anómala, tanto para funcionarios como estudiantes, no contando a la fecha con ninguna denuncia formal respecto de este caso o de algún otro estudiante de Medicina”.
“De cualquier manera, en su constante revisión de los procesos, el establecimiento solicitará reuniones con la universidad y sus estudiantes de manera de realizar si corresponde las adecuaciones que sean necesarias para un óptimo proceso docente asistencial”, agregó el centro de salud.
Este mismo año, en marzo, la estudiante chilena de Terapia Ocupacional de la Universidad de Los Andes, Catalina Cayazaya, también se suicidó. Después del hecho, la superintendencia de Educación Superior (SES), señaló que impulsaría cambios en la normativa vigente, “para avanzar en la erradicación del maltrato y el acoso en estos establecimientos”, refiriéndose a los centros clínicos, pero tan sólo tres meses después, en junio, estudiantes de Medicina de la Universidad de Chile iniciaron un paro tras denunciar malos tratos en los internados y prácticas profesionales.