El jueves 16 de mayo, Francis Ford Coppola presentó en Cannes ante la prensa su más reciente película Megalópolis, que autofinanció con 120 millones de dólares.
Megalópolis es una historia futurista en la que Nueva York se ha convertido en Nueva Roma y en la que hay una lucha abierta entre el alcalde Cicero (Giancarlo Esposito) y un empresario visionario llamado Caesar Catilina (Adam Driver), sobre cómo se debe reconstruir la ciudad.
En su búsqueda de las similitudes con la antigua Roma, en esta historia de traiciones, poder y amantes que construyó, Coppola decidió utilizar conocidos nombres de personajes romanos -Craso, Julia, Vesta…-
Un filme excesivo tanto en su contenido como en su forma y que contiene una crítica clara contra el fascismo porque, como dijo el director en una rueda de prensa, “cualquiera que haya vivido los horrores de la Segunda Guerra Mundial, no quiere que se repitan de nuevo” y en eso considera que los artistas tienen un papel importante que jugar, arrojando luz sobre los temas importantes.
La tendencia en el mundo actual, argumentó Coppola, es la de ir hacia a una “neoderecha”, incluso “fascista”, y eso es algo que “da miedo“.
Así lo consideró en una conferencia de prensa realizada junto a Adam Driver, Giancarlo Esposito, Aubrey Plaza y otros miembros del equipo del filme.
Coppola siempre tuvo claro el paralelismo entre la era de los romanos y su país -que precisamente es el argumento central de Megalópolis-, ya que los Estados Unidos están basados en “la idea de República de los romanos”.
Con unos decorados grandiosos, un vestuario extravagantemente romano y un despilfarro de talento, Megalópolis bien podría convertirse en una película de culto en el futuro, aunque por el momento apunta más a un gran desastre económico para Coppola como el que vivió con Corazonada (One from the Heart, 1981).
“Nunca me ha importado“, respondió a la pregunta sobre si no sentía miedo por haber arriesgado su dinero para producir Megalópolis.
Puso 20 millones de dólares para sacar adelante sus viñedos cuando la crisis financiera de 2008 y ahora el vino le ha permitido producir esta película que tenía en la cabeza desde hace cuatro décadas.
“Sofía y Roman [sus hijos] no necesitan mi fortuna“, dijo el realizador, que además agregó que “el dinero no importa, lo que importan son los amigos, que nunca te dejan tirado”.
Así que se lanzó sin pensarlo a poner en imágenes esa historia que quería contar, una locura que ha recibido más malas críticas que buenas pero de la que Coppola se mostró claramente satisfecho porque es el resultado de lo que quería hacer.
Megalópolis era, de lejos, la película más esperada de la 77 edición del Festival de Cannes. Ser de Coppola ya hubiera sido suficiente para elevar la expectación, pese a que sus trabajos desde hace más de dos décadas no han estado a la altura de películas anteriores.
Pero a eso se añadió que, ante la imposibilidad de encontrar productor, el realizador decidió costear personalmente los 120 millones de dólares de presupuesto, con la venta de vino, según los medios estadounidenses. Y, por si fuera poco, tras finalizarla y antes de llegar a Cannes, ni siquiera había encontrado distribuidor en Estados Unidos.
Coppola reconoce que su largometraje está muy fuera de lo que se hace hoy en día tanto por parte de los estudios como de las plataformas que están dominando el cine.
“Temo que la industria cinematográfica se ha convertido más en una cuestión de contratación de personas para cumplir con sus obligaciones de deuda porque los estudios están muy, muy endeudados. Y el trabajo no es tanto hacer buenas películas, sino asegurarse de pagar esas deudas”, señaló Coppola.
Para el realizador, el futuro no se presenta optimista. “Empresas como Amazon, Apple y Microsoft tienen mucho dinero, por lo que podría ser que los estudios que conocimos durante tanto tiempo, algunos maravillosos, ya no estén aquí en el futuro“.
Y que aunque no piensa ni por asomo en retirarse, sí reflexiona sobre la muerte, que tiene muy presente especialmente desde el fallecimiento de su mujer, Eleanore, hace poco más de un mes, a la que ha dedicado Megalópolis.
“Cuando muera estaré pensando que hice cada película que quise hacer, que vi a mi hija ganar un Óscar, que hice vino…no tendré tiempo ni de darme cuenta“.
Por ahora, la mayoría de las críticas a la película han sido negativas.
Aristegui Noticias
Redacción AN / BJC