Redes-.Ludmila Leguizamón es una joven de 18 años que vive en Carlos Salas, un pueblo de 200 habitantes ubicado en el noroeste de Buenos Aires, Argentina y se ha ganado la admiración de la gente pues a pesar de las dificultades ha logrado ser una buena alumna al lograr buenas calificaciones.
Ludmila compartió que durante su estancia en la secundaria tuvo que recorrer durante 2 años 42 km para poder llegar a su escuela, ya sea por medio de aventón, bicicleta o viaje en moto, pero la joven alumna llegaba todos los días a su escuela para lograr el mejor promedio, según comparte el diario Clarín.
Ludmila vio el fruto de su esfuerzo junto a su familia, pues ya recibió su certificado del bachillerato.
El 18 de diciembre fue el acto de titulación que avaló la conclusión del bachillerato, además de lucir la bandera de ceremonias recibió un reconocimiento de “Mejor Promedio”; el galardón de “Mejor Compañero/a” y la “Medalla al Mérito”.
“Hace casi 10 días que no tengo más actividades porque no adeudo materias y entonces para mí las clases terminaron. Tengo tiempo para juntarme en la plaza a tomar mates con amigos. Es lo que me gusta. Además, no tenemos mucho más para hacer acá”, explicó Ludmila en entrevista con Clarín.
A los 15 le regalaron una moto
La joven contó en dicha entrevista que su familia tenía una pequeña motocicleta, la cual en algunas ocasiones utilizaba pues tenía que llegar a su escuela que se encontraba a 42 km de distancia de su hogar.
“A los 15, entre tíos, abuelos y amigos le regalamos una moto. Es una costumbre de algunos pueblos del interior, pero en el caso de Ludmila la iba a necesitar”, recordó la mamá de la estudiante, Rosana Alberca (43), un tanto ruborizada. Reconoce que Ludmila viajó mucho tiempo de manera “‘clandestina’ para ir al cole”.
“Tenía que dejar la motito en la casa de algún familiar o conocido, porque no tenía carnet. Pero tomamos el riesgo: necesitaba que terminara la escuela”, reconoce la mujer.
Vendía comida para pagar los viajes
Cuando el clima impedía el viaje en moto, Ludmila pedía aventón. O se juntaba con otros vecinos y compañeros para contratar un taxi. “Hacíamos empanadas y tartas, las vendíamos en el pueblo y con eso pagábamos el viaje”, cuenta ahora la estudiante galardonada.
La joven explicó que ya se inscribió para estudiar pedagogía y dedicarse a ser maestra de jardín de niños.